Hay un dicho que versa que la buena vida es cara, y parece que solo unos pocos se pueden permitir lo que la mayoría consideran buena vida. Mientras que la mayoría de los habitantes del planeta se conforman con salir de vacaciones a hoteles baratos y lugares asequibles para todos los bolsillos, un pequeño grupo de privilegiados parecen vivir al margen de la realidad y se pasan la vida de un lado a otro, alojados en establecimientos de lujo, cenando en restaurantes de alta categoría y pasando las noches en clubes exclusivos.
Claro está, el precio de todo esto así como la cantidad de dinero con la que se tiene que salir para llevar este ritmo de vida está reservado a un grupo tan reducido de personas que incluso son conocidos en cualquier lugar del mundo y hasta tratan de ser imitados con más o menos éxito en sus formas de vestir o comportarse, aunque por mucho que los demás lo intenten no es posible ir más allá.
Joyas, coches y casinos son algunas de las cosas que se identifican con este tipo de personas que se dedican casi en exclusiva a disfrutar de lo que el resto de los mortales consideramos buena vida mientras nos conformamos con seguir buscando hoteles baratos en los que pasar nuestros paríodos de descanso.